Dos amores

Las horas de un reloj anticuado pasan deprisa.

Se duermen con el sonido de un presente agotador destinado a morir en los próximos días.

Grande es el mundo que inventé para la vida que me rodea, pero ha quedado tan pequeño, casi nulo si no fuese por la maravilla más grande que he podido crear: mi hija.

Es lo único que ha quedado de una relación intensa, bonita mientras duró..., pero ya está acabada. Solo el lazo de la eterna vida soñada lo unirá por siempre, solo el nido de un sentimiento confuso lo mantendrá vivo.

Hoy (que ya fue ayer) ha sido mi aniversario. Dos años de amor prohibido me ensalzan la vida, dos años silenciosos que han ido dibujando una silueta de algo eterno, un amor que perdurará más allá de la vida, más allá de la muerte.

Después de estos dos maravillosos años miro el horizonte que dejé atrás, y no puedo decir que me arrepienta de nada, porque hoy por hoy, me siento afortunado de tenerle a mi lado.

Ha sido un camino difícil, y lo seguirá siendo durante un tiempo más, quizá poco, quizá algo más que poco... No se cuando encontraremos el final de este arduo camino, solo se que cada vez está mas cerca...

Los violines que han acompañado hoy mi día entonaban una alegre canción. Tu mirada brillaba con aquella emoción que hace dos años me hizo ver la vida con mi color preferido. El color de tu amor. El color de los sentimientos que siempre he querido ver.

Es así, sufro porque no tendré la alegría de mi hija cada despertar, pero se que ella estará siempre unida a mí. Yo te tendré a ti, y ella me tendrá a mí.

Seré afortunado, aunque no todo sea perfecto.

No puedo tenerlo todo, cargando con los fallos de una vida pasada.

Me siento muy afortunado.

Lo daré todo, lloraré lo que tenga que llorar, pero en algún punto del camino me sentaré y podré decir... que he podido coger las riendas de mi vida.

Dos años para mis dos grandes amores.